Según un reportaje de la BBC, la incorporación de la inteligencia artificial (IA) por parte del sector del juego suscita preocupación.

El reportaje se centra en las experiencias de Danny Cheetham, que empezó a apostar en casas de apuestas locales a los 18 a?os y pronto se pasó a los juegos en línea. Cheetham, que ahora tiene 34 a?os, recuerda que el día de cobro se ponía la alarma a las 4 de la madrugada y esperaba ansioso para apostar en cuanto le pagaban. A las 8 de la ma?ana, ya estaba buscando préstamos para sobrevivir durante el mes.

La última oleada de IA proporciona a las empresas de apuestas una herramienta nueva que, según afirman, mejora la experiencia del cliente. Sin embargo, Cheetham y otros se muestran escépticos. Aunque reconocen que la tecnología mejora indudablemente el compromiso del usuario, sostienen que también tiene el potencial de profundizar la adicción. El dilema ético es si se prioriza buscar beneficios sobre el bienestar de las personas propensas a la ludopatía.

Mejorar la experiencia del usuario o empeorar la adicción

Scotty McKeever, cuya empresa EquinEdge se basa en la IA, rechaza dichas preocupaciones. EquinEdge utiliza la IA para analizar datos como el rendimiento de los caballos, las condiciones de las pistas y las estadísticas de jinetes y entrenadores. Luego, analiza los datos para generar métricas, como la probabilidad de que gane un caballo concreto. La IA realiza el trabajo de campo, pero los apostantes deben decidir cómo interpretar la métrica, que es, como lo describe EquinEdge, “la parte divertida”.

“La IA ha facilitado ofrecer a los consumidores el tipo de datos y análisis que solían ser competencia de los profesionales”, dice McKeever. No cree que aplicar la IA vaya a suponer ninguna diferencia con respecto a la ludopatía y argumenta que es una enfermedad igual que cualquier otra adicción.

Muchas otras empresas utilizan la IA para adaptar la experiencia de los jugadores. Betby, por ejemplo, suministra tecnología a las empresas de apuestas y utiliza la IA para personalizar la experiencia de las apuestas y predecir la rotación y el valor de por vida. Danil Emelyanov, responsable de IA de Betby (arriba), afirma que estas herramientas recientes por la empresa permiten “priorizar el contenido relevante para los usuarios en función de su actividad pasada, sus acciones actuales, las similitudes con clientes próximos por comportamiento y las tendencias deportivas predominantes”.

Dilema ético

Al igual que EquinEdge, Betby también ofrece información adicional sobre eventos específicos para ayudar a los clientes a tomar decisiones informadas sobre las apuestas. Además de darles recomendaciones a los usuarios, la inteligencia artificial se desarrolla para reconocer “cambios clave de comportamiento” que puedan indicar que el cliente tiene un problema. Por ejemplo, pérdidas repetidas o recuperar el dinero perdido, comportamiento impulsivo y gasto global.

Los algoritmos de Betby se basan en datos como la actividad de la cuenta del usuario, la frecuencia, la cantidad y los tipos de apuestas. “A partir de estos datos, la tecnología puede identificar rasgos clave que podrían indicar problemas de juego o comportamientos fraudulentos”, afirma Emelyanov.

Cheetham, que consiguió ayuda, ya no tiene deudas y está estudiando un máster en IA, afirma que el uso de la IA para abordar la ludopatía supone “un rayo de esperanza”. “Si se emplea de forma ética y eficaz, la tecnología podría ser un paso decisivo en la lucha contra la adicción al juego”, afirma.

Sin embargo, otros no están tan seguros. El informe termina con una nota de cautela y sugiere que aunque la IA tiene potencial para revolucionar la industria del juego, debe utilizarse de forma responsable. Las implicaciones éticas de su uso, sobre todo en relación con la ludopatía, deben considerarse cuidadosamente. A medida que el sector evoluciona, es probable que se intensifique el debate sobre el uso de la IA en el juego.

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